Doy vueltas dentro de mi mente, y me pregunto.
¿Qué quiero?

Ser periodista.
Viajar por el mundo.
Descubrir, experimentar, conocer, sentir.
Cambiar algo a mi alrededor, dejar alguna huella útil, una buena marca, en alguien o en algo.

No pido demasiado, al parecer, pero comparando, pienso que algo me falla en la cabeza cuando escucho o percibo lo que muchas otras personas planean para sus vidas. Recibirse, encontrar un trabajo estable, una buena pareja que pueda servir para casarse, tal vez tener hijos en incluso compartir la soledad de la vejez. Tener lo suficiente para comprar un buen auto y vivir en una casa con pileta y tener un par de conjuntos de marca. Vivir para ellos y los que son como ellos.

Y por sobre todo, mostrarle al mundo lo que consiguieron. ¿Qué tal si visitar París, para sacarle fotos a un montón de edificios y lugares que probablemente nos sobrevivirán? Yo quiero sacarle una foto al Sena cuando atardece, no a la Torre Eiffel. Ese atardecer no se va a repetir nunca más.

Conseguir una buena posición social que abra las puertas a distinguidos clubes y grupos, donde nadie es quien parece, pero qué más da... lo importante es parecer. La vocación y la pasión son lo de menos, con eso nadie come, dicen. ¿Vas a ser comunicadora social? ¿Y tiene salida eso? ¿Vas a poder trabajar con eso? Si habré escuchado esos planteamientos. Qué difícil es hacerle entender a la gente que la plata importa, por supuesto, pero no es mi centro, porque no quiero terminar frustrada, resentida, aburrida e ignorante como tanta, tantísima gente que conozco.

Después de este mejunje, sólo me queda citar a Oscar Wilde.. "Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo."

Y da miedo. Yo quiero vivir, no existir.